domingo, 6 de diciembre de 2009

Adios al Corona


3 de Noviembre de 2009

El estadio de futbol, que desde su inauguración en el año de 1970 fuera casa de 3 equipos profesionales siendo el último de ellos el santos laguna, sigue anunciando su despedida.
El corona continúa cayendo, y así será durante toda esta semana que es el tiempo estimado para dar por finiquitado su desmoronamiento.

La demolición empezó ayer, 2 de Noviembre día de muertos, mera coincidencia, lo que a muchos sorprendió, pues aunque todos los laguneros sabíamos que esto pasaría, no creímos que fuera a ser un suceso tan inmediato, pues apenas unas horas antes, el domingo por la noche, miles de fanáticos se encontraban dándole a su querido estadio el ultimo adiós.
Pude constatar personalmente lo que los diarios y los noticieros ya nos habían dicho, pues aun el día de hoy, muchas personas continuaban congregándose en el que fuera epicentro futbolístico de la laguna para ver cómo es derrumbado el sitio que ocupo muchos de sus domingos, hospedo muchas de sus vivencias y cobijo un sin número de sueños.
Basto apenas una media hora de estar ahí, para poder ver cómo es que la afición, realmente adopto no solo al equipo, sino también a su casa como propios, pues las lagrimas continuaban rodando y las caras tristes no se hacían esperar, al ver el desplome del estadio, pues para muchos, y ah quedado demostrado, es un evento de suma trascendencia.
Los ahí presentes, solo se paraban a ver el progreso de los trabajos tras las rejas, pues por seguridad, el acceso se ah denegado al público y solo acceden los que ahí trabajan, causando esto molestia a algunos de los espectadores que hacían su enojo publico cuando un guardia se acercaba a ellos para pedirles que bajaran de la reja, y estos respondían lanzando improperios al encargado de seguridad, que no los dejaba observar a sus anchas y más de cerca su tan querida casa. Algunas adolescentes, aun con su uniforme de secundaria, trataron de hacer gala de sus encantos, para ver si obtenían algo que les sirviera como recuerdo, pero a los obreros poco importaron sus suplicas, porque sus intentos fueron infructuosos.
Otros trabajadores más bien aprovechaban para ver si podían hacer negocio, pues ante las suplicas fallidas de la gente para poder ingresar al estadio, y sus intentos por hacerse de una piedra, un pedazo de tierra u algún objeto que les ayudara a evocar los momentos vividos en el corona, uno de los obreros ofreció darles un pedazo de pasto a cambio de tres refrescos.
Entre estudiantes que hacía unos minutos que habían terminado sus clases, jóvenes, adultos y familias incluso completas, a pie, en bici o en sus coches, la gente seguía llegando y aglutinándose sobre la Calzada Ávila Camacho, que es la parte por donde se inicio el desmantelamiento del lugar, para poder ver en primera fila como se muere, poco a poco el corona.
La pregunta predominante entre los que se encontraban ahí, era que pasaría con el estadio. Unos respondían que ese terreno se utilizaría para construir viviendas, otros decían que el viejo estadio serviría como supermercado o centro comercial; otros tantos comentaban que antes de saber que sería derribado, esperaban que siguiera habitando de pie en ese lugar, pues un icono lagunero tan valioso, debía, según ellos, conservarse.
Es así como el testigo de casi 40 años de experiencia futbolística y 25 años de historia santista, el mismo que sufrió y aguanto cuando casi nos vamos al descenso, que fue escucha de inimaginable e incontable numero de groserías a favor y en contra, empujones, pleitos y amontonamientos; el mismo que soporto temperaturas insoportables, aquel que se convirtió en la cantina más grande los domingos, pero también aquel que regreso la vida a los laguneros con las salvaciones, aquel que nos obsequio millones de gritos eufóricos, millones de sonrisas y millones de alegrías; el que diera lugar y proyección a tantos jugadores valiosos para el futbol mexicano, el que nos hiciera gozar, llorar y que nos invito a festejar con el tres campeonatos, comenzó a decir sin regreso y para siempre adiós.

Jael Sarahi López Sánchez

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